jueves, 27 de marzo de 2008

El “buen gobierno” en las elecciones de EEUU - 2008

Marco A. Gandásegui, hijo

ALAI AMLATINA, 21/03/2008, Panamá.- En la campaña política
norteamericana se destaca el hecho que los candidatos no presentan
programas y no analizan los problemas de su país en sus discursos o en
los debates. Los problemas económicos no son tratados y las guerras en
que se encuentra involucrado EEUU no son objeto de análisis.

Por otro lado, son muy pocos los ciudadanos de ese país que le piden a
los candidatos que analicen los problemas nacionales. Generalmente, los
medios concentran su interés en aspectos marginales. En la campaña de
2008, ha jugado un papel importante el género de la senadora Clinton, la
etnicidad del senador Obama y la experiencia bélica del senador McCain.

Pero no hay que dejarse engañar. Los candidatos tienen programas y están
muy comprometidos en hacerlos cumplir. Sin embargo, las reglas
políticas en EEUU no contemplan que los planes de gobierno sean
compartidos con el electorado. Según el sociólogo norteamericano más
importante del siglo XX, Talcott Parsons, la clase dominante no debe
confiar en el sistema partidista. El sistema partidista debe limitarse
a sólo escoger líderes y legitimar políticas. Según Parsons, le
corresponde a la cúpula económica-empresarial, con intereses nacionales
(e internacionales), estudiar los problemas y proponer las soluciones.

Si la legitimidad de los partidos experimenta una crisis es necesario
establecer una segunda línea de defensa consistente en el “consenso
super-partidario” capaz de reemplazar los mecanismos correspondientes al
“consenso bipartidista”. Es la noción del “buen gobierno”, que plantea
la necesidad de contar con extensos acuerdos negociados
independientemente de los partidos y, además, con lealtades
transversales. En este sentido las asociaciones “voluntarias” (tanto en
EEUU como en el resto del mundo) deben incorporar todos los miembros de
la clase dominante al sistema sin perjuicio de su inclinación partidista.

En opinión de Parsons lo singular del sistema político norteamericano
es, por un lado, su sistema de votación y, por el otro, el bipartidismo
que crea un equilibrio permanente entre fuerzas nuevas y las viejas. El
sistema de votación contribuye a la movilización de los representados y
el bipartidismo asegura la alternabilidad que contribuye al consenso.

Los discípulos de Parsons desarrollaron el concepto de pluralismo que
camina de la mano con la noción de “buen gobierno”. El pluralismo
consiste en la flexibilidad que deben tener las múltiples “elites” para
llegar a entendimientos e introducir cambios. El pluralismo tiene como
objetivo reducir (enfriar) la participación (militancia) política.

La función que se cree que es de los partidos políticos, en buenas
cuentas, es reemplazada por un conjunto de elites, que pondrían orden
sobre la base de ciertas reglas del juego no escritas, pero respetadas.
Quienes no son de las elites se convierten en simples espectadores. El
sistema los margina políticamente y minimiza la participación electoral.

Para Parsons los partidos políticos y las elecciones, en buenas cuentas,
son un mal necesario. Para mantener cierto nivel de legitimidad y la
estabilidad necesaria para gobernar hay que controlar los movimientos
sociales. Los discursos electorales de los candidatos en la actual
campaña presidencial de EEUU que se decidirá en las elecciones de
noviembre de 2008 –que no analizan la economía, las guerras- siguen al
pie de la letra las recomendaciones del “buen gobierno” y del pluralismo.

- Marco A. Gandásegui, hijo, es Profesor de la Universidad de Panamá e
investigador asociado del CELA).



Más información: http://alainet.org

Volver

No hay comentarios: