domingo, 26 de julio de 2009

La lucha de clases y los avances revolucionarios

Trincheras de Ideas

Humberto Gómez García

Venezuela, su aguerrido pueblo, sus dirigentes más esclarecidos –con Chávez a la cabeza– viven momentos estelares. Son días de avances revolucionarios, de progreso sostenido, de ofensiva contra el latifundismo, contra la burguesía agro industrial monopolista, contra los comerciantes avaros y sedientos de más y más riqueza, que acaparan, especulan y fuerzan a juro la inflación para golpear al pueblo, contra los banqueros; en suma, las medidas socialistas tomadas por la dirección revolucionaria, a nombre de las clases trabajadoras y del pueblo todo, ha golpeado los intereses económicos de los sectores poderosos, del imperialismo y de sus lacayos de la burguesía-oligarquía criolla.
Son expresiones y manifestaciones de la lucha de clases con las peculiares características y especifidades de Venezuela, no como aquella consigna ultrosa de la época de oro de Bandera Roja, cuando era de izquierda, la lucha de pobres contra ricos. Hoy la lucha de clases se radicaliza, es mayor la confrontación entre el bloque histórico (clase obrera y trabajadora, campesina, sectores populares, clase media empresarial, pueblos indígenas, empresarios nacionalistas, mujeres, intelectuales y trabajadores culturales-, jóvenes y estudiantes) en el poder y la tradicional, menguada y debilitada clase dominante y la representación imperial: embajada norteamericana, los empresarios de venanchan y las explotadoras empresas yanquis instaladas en el país, los agentes de la CIA y sus grupos de mercenarios.
Pero así como el bloque revolucionario ha ido consolidando su poder, ha golpeado con sus medidas poderosos intereses económicos y políticos, ellos también han golpeado de diversas formas pero sobre todo en una estrategia de terrorismo mediático, a la que han apostado prácticamente todo su capital político, porque a nivel de masas su capacidad de movilización de calle es realmente nula, allí está el último ejemplo, la super escuálida movilización para una mini marcha de mil personas que terminó disuelta porque pretendieron convertirla en una guarimba –con sus dosis de terrorismo como fue la destrucción de un Pdval– agredir a la PM y la GNB.

DENTRO DEL PROCESO BOLIVARIANO, LA LUCHA DE CLASES COMIENZA EL AÑO 2001

Si se analiza el momento en el cual se comenzó a agudizar la lucha de clases en Venezuela en el marco del proceso revolucionario, podemos tomar como punto de partida el año 2001 con la aprobación de las leyes habilitantes y el paro de Fedecámaras –precursor del paro y el golpe de abril de 2002–. Fue el momento en el cual comienzan a culminar las políticas desarrolladas por la oligarquía de pretender mediatizar al gobierno, envolver al presidente Hugo Chávez para tratar de atraerlo a su redil y al campo del capitalismo, con la utilización de pillos como Luis Miquilena, Alfredo Peña y una legión de infiltrados y traidores como Ángela Zago, la dirección del MAS con Puchi y Mujica a la cabeza, Pablo Medina y otros muchos más que vendieron su alma al diablo.
No era todavía el momento de la definición socialista, ni siquiera el momento del antimperialismo que se iba abriendo paso contra la ilusiones de la tercera vía y otras propuestas pequeños burguesas tiradas al cesto de la basura política por la cruda realidad de la lucha de clases, por la confrontación entre las poderosas fuerzas de la izquierda revolucionaria venezolana, constituida en el bloque histórico como señalamos, contra la no menos poderosa oligarquía criolla y sus ilimitados recursos y posibilidades y sus jefes y protectores los imperialistas norteamericanos.
De aquel momento histórico, donde el aspecto ideológico y teórico se movía en una bruma, existían poderosos espacios de confusión y dudas y el líder era más un caudillo tras el cual iban las masas irredentas por instinto de clase, arrastradas por el carisma de una personalidad fresca, joven, que presentaba todo un conjunto de valores éticos y espirituales nuevos, desconocidos en un país quebrado de líderes y dirigentes y con un programa político nacionalista que resumía muchas de las aspiraciones por las cuales tanto la vanguardia política de izquierda como densos sectores de nuestro pueblo, habían luchado por décadas por una Venezuela mejor, más justa, equitativa, soberana, independiente, donde todos sus habitantes pudieran tener acceso a los beneficios de la riqueza petrolera y no una minoría corrupta y avara de la oligarquía política y económica.
Las masas que apoyaron en votaciones sucesivas a Chávez lo hacían porque se identificaban con él como conductor. Más en él que en otros, así votaron por Peña, Miquilena, por María Isabel quienes después se derrumbaron, traicionaron, se acobardaron, esos y otros no tenían luz propia, y el pueblo así como los elevó a los altos sitiales de la política adonde los llevó el propio Chávez, los lanzó al basurero de la historia y de ellos nadie se acuerda, como nadie se acuerda de los adecos, de los copeyanos y de todos aquellos que hundieron este país.
La lucha de clases no se expresó de igual manera durante estos 10 años, ya lo dijimos, tuvo diferentes momentos estelares y en cada momento adquirió peculiaridades y características propias y diferentes. Ciertamente las leyes habilitantes del 2001 tenían un indiscutible sello nacionalista, de soberanía, antimperialista. Leyes como la de Hidrocarburos le dio en la madre al gran capital transnacional imperialista. Lo mismo puede decirse de la ley de reforma agraria –bastante mediatizada posteriormente por el TSJ al cercenarle varios artículos claves–. Otra fue la ley de pesca. En fin pudiera decirse que aquel fue el punto de partida de la gran confrontación y lucha de clases que se fue dando a partir de allí y, sobre todo, durante todo el año 2002 y 2003, los años más peligrosos para el proceso. Precisamente el año 2002, quizás el más decisivo de todo el proceso de confrontación de las clases sociales en Venezuela, año sólo comparable al 27/28 de febrero de 1989 o el 4 de febrero de 1991; fue el año en el que se desataron todos los demonios de la lucha de clases, incluso los errores cometidos por el gobierno después del 13 de abril, puso al desnudo grandes debilidades no sólo en la estructura del Estado y del gobierno, de la revolución misma, excesivas tolerancias, blandenguería y permisividad con los enemigos que nos habían derrocado y le permitieron a éste reorganizar sus fuerzas, afinar como nunca el golpismo/terrorismo mediático y lanzar el paro terrorista petrolero de diciembre/enero (que formaba parte del plan golpista de abril), las guarimbas, el terrorismo, los sabotajes, los intentos de magnicidio.

EN LA LUCHA DE CLASES DE ABRIL DE 2002 FALTÓ MANO DURA CONTRA EL FASCISMO

Faltó, evidentemente, mano dura contra el golpismo, sacar las masas a la calle para acorralar a la derecha –ya abiertamente fascista– y golpearla con mayor intensidad y es a partir de 2004 cuando se puede decir que comienza a desarrollarse en gran escala el proceso revolucionario cuando se crea el más audaz plan habido jamás de apoyo social al pueblo con las Misiones, comenzando por Barrio Adentro, lo que significó la más amplia y profunda alianza entre dos pueblos y gobiernos, el venezolano y el cubano.
Le siguieron las maravillosas misiones educativas: Robinson, Ribas y Sucre. Las Misión Vuelvan Caras –hoy Misión Che Guevara–, para preparar mano de obra calificada y crear empresas de interés social; la Misión Guacaipuro para redimir a los preteridos pueblos indígenas. La Misión Cultura, punto de partida para la revolución cultural. La Misión Negra Hipólita, que busca el rescate de los niños de la calle y de los desarrapados e indigentes, junto con las casas de la alimentación. Es el primer intento de crear un Estado nuevo, revolucionario, dándole poder al pueblo, porque hacia allí va la esencia de las Misiones, construir el poder popular, con el nuevo elemento que significa la construcción de los consejos comunales. Esa característica social de las misiones y la explosión del poder popular corta de cuajo cualquier señalamiento de populismo, asistencialismo o paternalismo.

CON LAS MISIONES SOCIALES LA LUCHA DE CLASES ADQUIRIÓ UNA NUEVA DIMENSIÓN

Allí la lucha de clases adquirió una nueva dimensión, desconocida en nuestro país. En la medida que se construía una red de atención primaria de salud, con la Misión Barrio Adentro, no sólo se fortalecía el derecho a la vida de cualquier compatriota, principio fundamental establecido en la Constitución Bolivariana, sino que se comenzaba a golpear los poderosos intereses de la medicina privada. Con Barrios Adentro II y III, con los CDI, las Clínicas Populares y la nueva red, por especialidades incluso, se le asestaba un duro golpe a la medicina privada. Llegará el momento de la nacionalización de las clínicas privadas y de la red de empresas de HCM que esquilman al pueblo y a la nación con sus inmorales cobros por la atención médica.
El salto cualitativo que han significado las misiones educativas es otra de las manifestaciones de la lucha de clases. ¿Quiénes detentan, controlan y dominan las universidades nacionales y privadas? La contrarrevolución fascista. ¿Quiénes le cerraron al pueblo las posibilidades de acceder a la educación superior? La contrarrevolución fascista. ¿Quién abrió los portones del saber a las grandes mayorías? La revolución bolivariana.
Qué rasgo más característico de la lucha de clases que los procesos educativos, la lucha de las ideas, el debate teórico, los enfoques desde distintas ópticas y enfoques para la construcción del país y el continente, elevar a la cúspide del pensamiento, del discernimiento la visión estratégica de las ideas de un mundo nuevo, las nuevas teorías políticas como la propuesta de la construcción del socialismo del siglo XXI. ¿Eso era posible en la Cuarta República? Evidentemente que no, habíamos perdido el país, se estaba desintegrando, el neoliberalismo arrasó con todo lo nacional, cultural, avanzado, el Estado y sus funciones se reducían cada vez más, quedaba un Estado autoritario, policial, fascista que sólo defendía los intereses de las transnacionales y de la burguesía criolla.
Hoy la lucha de clases, cuando ya se ha definido la vía socialista de la revolución, adquiere otras formas de manifestarse, porque este es el momento –pese a que se perdió un millón de voluntades que votaron incorrecta y erróneamente, por la derecha en las elecciones del 15 de abril– de mayor fortaleza de la revolución bolivariana. Sólo entendiendo que se vive un momento de excepcional fortaleza política y organizativa –contando sus bemoles ya existe un partido revolucionario y la explosión de consejos comunales es asombrosa, dos fortalezas que antes no existían– se pueden entender las diferentes y duras confrontaciones con la burguesía monopólica agro industrial, comercial y financiera; la lucha contra el acaparamiento, contra el desabastecimiento, la creciente nacionalización y socialización de empresas capitalistas y su manejo por los trabajadores. Todo el tremendo esfuerzo por construir una infraestructura agro alimentaria, de distribución de alimentos, los enormes saltos que se están dando en la agricultura, la ganadería, la producción de leche. La expropiación de latifundios y la creación de una estructura agraria que no existía en Venezuela.
Las empresas socialistas, la economía socialista, las comunas socialistas. Nada de eso es retórico, son serios esfuerzos por darle una direccionalidad y una profundización a la revolución que nació nacionalista y hoy es nacionalista popular, antiimperialista y socialista. Esa son las formas de expresarse la lucha de clases, un mundo que está naciendo y otro que está muriendo, el capitalista. Allí no hay términos medios ni conciliación. Es el enfrentamiento entre una concepción humanista, colectivista, social, participativa de un proyecto de vida que nace y otro que muere por su perversidad, egoísmo, individualismo, por no tener condición humana alguna y no valorar la espiritualidad del amor como un soporte ideológico y humano. Allí también, a ese nivel, se produce, se da la lucha de clases.
(17-05-09) (humbertocaracola@gmail.com)
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