domingo, 19 de julio de 2009

Honduras: ¿Un golpe de Estado contra Barack Obama?


Andrés Sal.lari
Una noticia me llamó mucho la atención este domingo, unas declaraciones del canciller impuesto por el gobierno de facto hondureño, Enrique Ortez Colindres, que decían lo siguiente:“Dejad a los hondureños que resuelvan sus problemas. Ellos permiten lo que sea. Ya Estados Unidos no es el defensor de la democracia. En primer lugar, el presidente de la República, que lo respeto, el negrito, no conoce dónde queda Tegucigalpa. Nosotros somos los que conocemos dónde está Washington y somos los obligados como país pequeño, un pigmeo democrático, a aclararles las concepciones y a leerle, tal vez en su idioma, lo que está pasando”.Lo que me pregunto es si Ortez habla solo. Horas después, los colegas Cristina González y Hernán Cano entrevistan al sociólogo James Petras en la emisora YVKE Mundial de Caracas.Petras no se plantea la discusión en los mismos términos que propongo en esta nota, él critica abiertamente a Obama por no romper relaciones con los golpistas, y por no imponer sanciones comerciales, pero me robo parte de sus declaraciones para utilizarlas en pro del interrogante que plantea esta nota. Dice Petras: "Bueno, por lo menos veamos los indicadores concretos. Primero, el embajador norteamericano sigue allá. Segundo, los generales, mayores y coroneles estadounidenses estacionados en la base de Honduras siguen en contacto con los asesinos como si fuera una cosa rutinaria.”Me vuelve la pregunta de antes. ¿Ortez habló solo?
Obama no habrá sido del todo tajante, pero el lunes 29 de junio dijo que el gobierno de Michelleti era ilegal y que el único presidente que reconocía EE.UU. era Zelaya. ¿Fue una declaración de condena real o una actuación para las cámaras? No estoy seguro, pero al día siguiente las agencias internacionales informaron que Estados Unidos había decidido suspender sus actividades militares conjuntas con Honduras como medida de presión tras el golpe de Estado. Esta noticia era interesante, pero al día siguiente el programa Dossier -que transmite Venezolana de Televisión- señaló que esta orden había sido desacatada.
Eso fue el miércoles posterior al golpe del domingo 28 de junio. Cuatro días después leí declaraciones de otro periodista venezolano -quien fue vicepresidente de Chávez- y que suele tener muy buena información. La noticia era la siguiente: “El periodista José Vicente Rangel denunció este domingo que en Honduras actuaron dos líneas políticas de Estados Unidos antes de que se fraguara el golpe de Estado contra el presidente constitucional de ese país, Manuel Zelaya.
‘En Honduras se hicieron presentes dos niveles de la política del gobierno norteamericano, una proveniente de la Casa Blanca y otra de la maquinaria que dejó montada la administración de George W. Bush a través de la base militar implantada en la población hondureña de Palmarola’, sostuvo.
Rangel explicó que las razón es que en la madrugada del domingo 28 de junio dos importantes funcionarios del Departamento de Estado, James Steimberg y Tom Shannon, contactaron la embajada estadounidense en Tegucigalpa y la base militar que tiene ese país en la población hondureña de Palmarola para advertir del golpe y disuadir cualquier intento de apoyo.
‘En Honduras operaría, además del Departamento de Estado, la línea del Pentágono a través de la base militar cuyo jefe, el general Douglas Fraser, días antes del golpe en ese país hizo declaraciones contra el presidente (Hugo) Chávez, las cuales asumió de inmediato el gobierno usurpador de (Roberto) Micheletti’, comentó Rangel.
Indicó que fue por esa situación que el embajador estadounidense, Hugo Llórens, se vio forzado a pronunciarse en contra de lo ocurrido, con reservas al principio y luego en forma más categórica.” Otra vez la pregunta. ¿Por boca de quién habló Cortez?
Robert Gates es el secretario de Defensa de Estados Unidos, Obama le mantuvo el puesto que su antecesor George W. Bush le había confiado en 2006. Su función clave es vencer en la guerra de ocupación en Afganistán y Pakistán, para lo que la administración de Obama está dispuesta a seguir bombardeando indiscriminadamente a sus pueblos, como ya lo ha demostrado. En octubre de 2007, Gates declaró desde El Salvador que Chávez “es una amenaza para la libertad y prosperidad económica de los venezolanos.” Durante la década del ’80, Gates fue el subdirector de la CIA, la época en la que Honduras era una base de operaciones para la inteligencia estadounidense, que mantenía una guerra de alta intensidad para derrocar a los sandinistas en Nicaragua. La presencia estadounidense (con base y 600 soldados hasta hoy) en Honduras permanece, y dudo mucho que los contactos entre los militares de ambos países y Gates puedan haber desparecido. También es imposible pensar que Gates no esté congratulado con el golpe de Estado que afecta al ALBA y a Chávez directamente. Una vez más la pregunta. ¿Habló solo Cortez?
Repito y repito esta pregunta porque esa declaración racista e irrespetuosa es prácticamente inédita en la historia golpista del continente, y que no surjan represalias más llamativo aún. Petras confirma que “los generales, mayores y coroneles estadounidenses estacionados en la base de Honduras siguen en contacto con los asesinos como si fuera una cosa rutinaria".
Dossier informa que orden de suspender la ayuda militar fue desoída y Rangel revela que diplomáticos de Obama debieron llamar a Tegucigalpa para que EE.UU. quedé despegado del golpe, y que el embajador Llórens se vio “forzado” a declarar contra la intentona. Todo parecería indicar que hay un doble poder, tal vez el embajador Llórens, el Pentágono y probablemente el secretario Gates, estén de acuerdo en que Obama “es un negrito que no sabe dónde queda Tegucigalpa” y en que “Estados Unidos ya no es el defensor de la democracia” y “permite lo que sea”. Tal vez alguna línea de poder le transmitió a Cortez la seguridad necesaria, o la luz verde para que se dirigiera al Presidente de Estados Unidos en esos términos sin el temor a sufrir la represalia correspondiente, que yo pensaría que es el derrocamiento del gobierno golpista. Por qué no podría concluir esto este periodista, si esta idea acerca de Obama es la que promueve todo el tiempo Richard Cheney, el ex vicepresidente de Bush, que permanentemente declara los mismos conceptos que Cortez con diferentes palabras. Y Gates era uno de los principales funcionarios de Bush y Cheney. Es cierto que Obama sigue atacando Afganistán y Pakistán, pero no sé si podría dejar de hacerlo sin ser derrocado. Es cierto que mantuvo a Gates, y todo pareciera indicar que podría haberlo removido sin que esto le represente represalias, pero no me animaría a afirmarlo de manera tajante. También es cierto que algunas cuestiones cambiaron en materia de política exterior estadounidense y eso puede tener muy molestos a muchos ultraconservadores acostumbrados a detentar el poder en Washington. De hecho lo tiene muy molesto a Cheney, y entonces me permito pensar que para el viejo lobo de operaciones de inteligencia y desestabilización de la guerra fría, Robert Gates, tampoco le caerá bien el negrito. Pareciera ser que esto mismo es lo que piensa la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien en la madrugada del pasado domingo declaró lo siguiente en la Asamblea Extraordinaria de la OEA en Washington.
Cristina es una mujer inteligente, recomiendo prestarle atención: “Creo también, esto corre por cuenta exclusivamente de quien habla, que también hay aquí atrás otros intereses, intereses que tal vez quieran torcer el rumbo que ha comenzado a tomar el conjunto de la América como por ejemplo en Trinidad y Tobago (Cumbre de las Américas), donde pudimos volver a dialogar y a intentar tener una relación diferente. Yo no soy ingenua y creo que no solamente el ataque es a Ud. presidente Zelaya, o a la República de Honduras, tal vez hay una estrategia más fina, más profunda que no solamente involucra a quienes tal vez en su país quieren seguir con un modo de no redistribución del ingreso, etc etc. Creo que también se intenta frustrar una política diferente para el conjunto de América para el conjunto de todos países que conformamos América. Pensémoslo. ¡Qué curioso!, durante los últimos 8 años no se habían registrado, salvo el episodio de Venezuela, casos similares. Cambia la administración del país más poderoso del mundo en el cual estamos aquí, con una nueva tónica a la que todos aspiramos como cambio y comienzan a suceder cosas como estas que pareciera ser que retroceden o ponen el tela de juicio los avances que hemos comenzado a tener a partir de un cambio de administración que ha sembrado mucha esperanza, no solamente en América, sino en el mundo en la necesidad de cambiar. Sin visiones conspirativas pero con la inteligencia que todos tenemos la obligación de tener al mirar los hechos, no solamente en el lugar que se producen y por las apariencias que presentan, creo que estamos todos obligados a tener una gran dosis de racionalidad, una gran dosis de inteligencia para entender las cosas que están en juego a partir de lo que ha sucedido en Honduras.
Restituir entonces las cosas a su lugar no va a ser solamente un acto de justicia con el pueblo de Honduras y con el respeto estricto a los Derechos Humanos sino también la posibilidad de continuar y profundizar un cambio que comenzó a partir de Trinidad y Tobago, de la derogación de la hermana República de Cuba y de un aire diferente que se empezó a respirar en toda la América”. El director de Human Rights Watch, el chileno José Miguel Vivanco, declaró el fin de semana que la solución a la crisis de Honduras depende de la administración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya que, si va a fondo, el gobierno de facto “no resiste más que unas horas”.
Obama también es un hombre muy inteligente, yo no me animo a asegurar qué es lo que quiere y/o qué es lo que puede hacer, pero el envalentonamiento racista de Cortez, y la nula represalia de Washington, sumado al silencio de Llórens, me sigue revoloteando en la cabeza. ¿Habrá sido este un golpe de Estado contra el negrito de Washington?
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Andrés Sal.lari es periodista argentino.
Enviado por Michel Collon (michel.collon@skynet.be)

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