sábado, 2 de febrero de 2008

Hijo del exilio


Por Guillermo Nova
A hombres como a ti no se les llora sino que se les imita
Estaba leyendo el fantástico libro "Cómo el Che burló a la CIA" de José Gómez Abad, publicado por RD Editores, con el apoyo del Comité Provincial del Partido Comunista en Sevilla, cuando me golpeó la noticia de su fallecimiento, el pasado 18 de Enero en La Habana a consecuencia del voraz cáncer que le aquejaba, pero contra el que luchó con fuerza y coraje hasta el último momento.
Licenciado en Historia y profesor de la Universidad de la Habana, su Alma Mater fue la Seguridad del Estado, donde lo aprendió todo y lo enseñó todo, trabajando en la Dirección General de Inteligencia del Minint cubano, durante treinta años hasta su jubilación, si es que uno se jubila de eso algún día. Siendo la tarea que más le marcó el entrenamiento y preparación del Che, Tania y los combatientes cubanos, bolivianos y peruanos para que pudieran llegar sanos y salvos a la Selva Ñacahuasú, burlando el cerco internacional que la CIA estableció contra ellos.
Pero él ante todo era un hijo del exilio, aprendió de él y del ejemplo de su padre, el español José Gómez Galloso, secretario general del Partido Comunista de Galicia, redactor de Mundo Obrero y guerrillero, que como el Ché fue hecho prisionero con una herida, torturado y ejecutado, sin que consiguiesen que delatase a ningún compañero.
Pero él continuó siendo un hijo del exilio, aprendió de él y del ejemplo de su madre, la valenciana Concha Abad, que trabajó sin descanso para que no se cometiese el crimen contra su esposo y otros combatientes españoles prisioneros del franquismo.
Su madre participó activamente en la lucha contra la dictadura batistiana y ya en Revolución, machetera en la zafra, miliciana en Girón, trabajadora voluntaria allí donde se necesitase, llegó a ser presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas en el Minrex, siendo enviada por Raul Roa a trabajar en la delegación cubana en Madrid en la agonía del franquismo.
Fueron comunistas consecuentes, no teóricos, de los que no tenían descanso en la práctica cotidiana, de los que predicaban con el ejemplo.
Hijo del exilio, siempre se consideró un revolucionario cubano y español y aprendió que había muchas formas de amor y que el del compañero y hermano de ideales es tan fuerte como el filial o el que desordena el corazón.
Este hijo del exilio al igual que sus padres son para todos nosotros referente obligado de actitud ante la vida, de todos aquellos que abandonaron la comodidad del hogar y fueron a buscar nuevos horizontes, donde poder hacer realidad sus inquietudes

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