domingo, 2 de agosto de 2009

Lo táctico y lo estratégico en la propuesta del comandante Chávez sobre la Enmienda Constitucional

Trincheras de Ideas

Humberto Gómez García

El cuadro político venezolano se caracteriza por la permanente ofensiva política del presidente Chávez y del movimiento revolucionario bolivariano y socialista. No ha parado un instante desde que se metió a fondo en la campaña electoral y con su activa participación coadyuvó a sacar a flote más de un candidato a gobernador y a alcalde que les faltaba el fuego vital del carisma político.
Obtenidos los resultados finales de las elecciones del 23N, ganadas 17 gobernaciones y el 80% de los concejos municipales y de las asambleas legislativas; quebrado como fue la abstención histórica para este tipo de votaciones y emergiendo victoriosos el PSUV y, sobre todo, el comandante Chávez, aun cuando no se dirimía la presidencia de la República, viene, en caliente, la nueva ofensiva, poner nuevamente en su sitio a la derecha neofascista, a la oligarquía que pregona por todos lados que ellos fueron los triunfadores de las elecciones.
Un conjunto de pasos tácticos están presentes en la decisión de Chávez y del comando de la revolución bolivariana, que dicen a las claras el sentido de la oportunidad y del momento como lo fue la decisión de plantear la enmienda constitucional prácticamente para ya.
Los aspectos tácticos están referidos a: 1º. El final del gobierno corrupto y asesino de Bush, que no puede implementar políticas intervencionistas de largo aliento porque cesa en sus funciones y está imposibilitado de tomar decisiones que comprometan al nuevo gobierno, salvo la de ir a Irak a que los periodistas le tiren zapatazos en repudio a su asquerosa y criminal conducta de decretar aquella injusta y exterminadora guerra. 2º. Obama no ha tomado el gobierno y probablemente no tenga claro el cuadro venezolano, luciendo cuesta arriba que le dé continuidad a las políticas intervencionistas del saliente dictador Bush, al menos en la primera etapa. 3.º El agotamiento de la derecha oligarca y el universo piti yanqui criollo después de la campaña, quien no esperaban semejante ofensiva y el auto convencimiento de que habían vencido estratégicamente a Chávez al ganar en 5 estados, 4 de ellos estratégicos. Las declaraciones del malandro golpista condueño del canal 33, pidiendo una tregua en navidad (recordemos lo que hicieron en las navidades del 2002 que decretaron su desaparición), para tratar de disminuir la intensidad de la campaña política.
Otro aspecto táctico consistió en aprovechar el calor, la euforia y el optimismo del mayoritario pueblo bolivariano, de la organización de los batallones y toda la estructura del PSUV que se empleó en la contienda electoral, para continuar con la botas puestas, en campaña, siendo el primer resultado contundente de esa táctica, la extraordinaria movilización del pueblo dando su firma para reforzar la decisión de la Asamblea Nacional de proponer la enmienda constitucional que casi alcanza los ¡5 millones de firmas en tan solo una semana!
Chávez comprendió que dejar pasar el momento y retomar la propuesta para dentro de un año era un imperdonable error que podía tener un altísimo costo político. ¡El momento es ya, ahora, en febrero, no dentro de seis meses o un año! Recordemos a Lenin cuando en la Rusia de 1917, habló del momento preciso para la toma del poder: “ayer era muy temprano, mañana muy tarde, ahora o nunca”. Y el 7 de noviembre de 1917 la revolución rusa triunfa.
Cogidos de sorpresa el escualidismo fascista trató rápidamente de reorganizar algunas de sus pocas fuerzas, siguiendo las órdenes de la embajada norteamericana en Venezuela, que por nada del mundo quiere ni mucho menos le interesa que Chávez sea candidato a la presidencia nuevamente en el 2012 y en el 2018, si así fuese, sus intenciones de ponerle la mano al petróleo y a las riquezas venezolanas se esfumarían definitivamente. El débil discurso se redujo a decir que la enmienda no es democrática, que es la misma reforma del 2007 encubierta, que se viola la Constitución, negando que lo realmente democrático es el derecho a elegir y ser elegido, minimizando o negando, la doctrina constitucional una vez más, que establece que el poder originario está depositado en el pueblo.
Chávez, en estos agitados y emocionantes días, asumió no sólo su papel de líder político, de estadista sino de maestro de la palabra, del análisis histórico, pulverizando los débiles argumentos de los enemigos cuando, por ejemplo, analizó en profundidad el Discurso del Libertador en Angostura y puso de relieve el significado verdadero de aquella frase, manoseada y manipulada por los epígonos de la derecha, de que hay que cuidarse del gobernante que quiere perpetuarse en el poder, él se acostumbra a mandar y el pueblo se acostumbra a obedecer. Descontextualizando el discurso, sesgando el mismo, se veló la esencia que Chávez puso de relieve cuando destacó las sucesivas participaciones del pueblo en los procesos electorales tal y como lo planteaba Simón Bolívar en ese discurso.
Pero, en momentos de ofensiva imperial, de crisis general del capitalismo, de hundimiento del imperio yanqui, las políticas de la revolución bolivariana se constituyen en ejemplos, fuerza revolucionaria y mensajes para los pueblos de América Latina.
Lo estratégico de la propuesta es la enmienda misma, el cambio que implica en la profundización de la democracia participativa; la audacia, casi temeridad, de convocar, en plenas navidades sin que éstas ni se suspendan ni pierdan su esencia festiva tradicional, tomando por días y días la calle en demostraciones permanentes de fuerza.
Viene ahora la otra fase, la de movilizarse a fondo en el seno de la base popular. Mover los batallones del PSUV y todo el movimiento socio-político al contacto boca-oreja con la gente de los barrios, los cerros, las urbanizaciones de la clase media. Ganar y ganar voluntades con conciencia, con la convicción que la Enmienda Constitucional es para profundizar los derechos políticos, ese que emana de la convicción que el forjador y conductor del inédito proceso revolucionario venezolano, Hugo Chávez, debe permanecer en el poder el tiempo necesario para conducir la nace del país, a la vez que se va forjando un liderazgo colectivo en donde, irá descansando el proceso de transformaciones políticas.
No se puede dar tregua, ni descansar porque el tiempo del que dispone la revolución es muy breve, un mes apenas, enero, quizás febrero o parte de él, y la meta son, como mínimo lograr alcanzar 7 millones de votos en el referendo. Es necesario, con lo avanzado en esta primera semana de campaña, desplegarse en fuerzas envolventes y llegarle al alma de nuestro pueblo, ganar a los vacilantes, tenemos la fuerza de las miles de obras que en el orden educativo, cultural, médico asistencial, de viviendas, carreteras, el millón de ancianos que se les paga su pensiones con el salario mínimo. Argumentos de obras construidas, logros sociales, avances estructurales, conquistas de la dignidad de los pueblos originarios; hay infinidad de argumentos para convencer al más indiferente, incluso a la clase media que se detuvo, con la revolución bolivariana, su desintegración y depauperación. ¿Cuántas familias clase media no salvaron sus casas, sus vehículos al ponérsele finiquito a los créditos indexados y a las cuotas balón por parte de la banca? Clínicas gratuitas, créditos millonarios, beneficios sociales, incluso el pago o devolución, con intereses, del dinero que se robó la banca en 1994. (18-12-08)(humbertocaracola@gmail.com)
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