Venezuela - ¿Por qué seguir consumiendo arroz blanco?
Andrés Avellaneda*
Nos encontramos ante otra coyuntura alimentaria nuevamente creada por la voracidad especulativa del sector agroindustrial. Y es lógico, defienden su visión de mundo, sus ganancias, sus mercancías, su agronegocio, sus antivalores, sus trampas, lo que nos han impuesto, su hegemonía. Lo que no puedo comprender es cómo desde posiciones gubernamentales y sectores sociales claves que apoyan el proceso, sólo se limitan a la simpleza de sentenciar “el arroz no es una mercancía” y se disponen a defender el consumo de la misma mercancía que supuestamente combaten. En el caso del arroz blanco, que es la mercancía impuesta por el agronegocio, hacemos todo lo posible por mantener su acceso (intervención de plantas, decomisos, etc.), con lo cual estamos de acuerdo, pero sin detenernos a reflexionar qué mercancía estamos defendiendo, no llevamos la discusión más allá, por lo que reproducimos el vasallaje alimentario.
En la coyuntura del arroz al igual que el maíz, debemos avanzar en desenmascarar y cuestionar los desarrollos científicos técnicos ensamblados desde la hegemonía capitalista eurocéntrica y desarrollista, con su lógica de máxima acumulación, ganancia, y sus correspondientes hábitos alimenticios, patrones de consumo, etc.
Hemos discutido acaso ¿Qué es el arroz blanco? Pues les cuento a grosso modo. El arroz es producido y cosechado por los llamados productores en el campo, a quienes la agroindustria les paga por entregarle su producción, convertida en materia prima para los agroempresarios (privados o sociales). En la agroindustria (privada o social) el arroz con concha es desprovisto de la misma y se obtiene el arroz tosco marrón claro llamado “integral”. De allí pasa por un proceso de pulido, dónde se elimina esa capa o cubierta de color marrón, obteniéndose el arroz blanco, por el que la agroindustria y el marketing nos ponen a delirar. Este grano blanco es esencialmente carbohidratos (almidón). La capita marrón eliminada es parte del endospermo del grano, la cual es rica en proteínas, fibra y vitaminas sobretodo del complejo B. Este subproducto proteico y fibroso es mayormente vendido para la elaboración de otras mercancías de consumo humano y a la agroindustria de los ABA (alimento balanceado para animales privados y sociales) como pulitura de arroz, harina de arroz, etc.
Para los agroempresarios capitalistas la idea es extraer la mayor utilidad posible por medio de la fragmentación de los contenidos nutricionales contenidos en las materias primas. Como se verá la lógica capitalista la seguimos reproduciendo al defender las mercancías (Primor, Mary o de cualquier marca) que igualmente se distribuyen a través de la red alimentaria del gobierno. Y esto es exactamente lo que está replicando la revolución con la adopción de una política de enfrentar el oligopolio privado con la construcción paralela del mismo modelo y complejo agroindustrial. Se calcan los paquetes tecnológicos exógenos con los mismos patrones de consumo, la división social del trabajo (productores-procesadores), con igual cadena agroalimentaria y el mismo producto de la agroempresa capitalista desprovisto de nutrientes. Lo único que varía es la propiedad social.
Para ponerlo más claro es como que si en cualquier momento Mc Donald crea un desabastecimiento de sus productos, le hagamos la misma red paralela de hamburguesa Mc Simoncito, pero de propiedad social.
En el socialismo lo que producimos para comer debería ser para nutrirnos, que es la verdadera satisfacción de las necesidades de los seres humanos. Es decir producir alimentos sanos que contengan la mayor carga posible de nutrientes (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales); en concordancia con nuestra cultura y provenientes de nuestras condiciones agroecológicas; y no producir materias primas para satisfacer la demanda de producción de las plantas alimenticias.
Desarrollar una política de concientización para la retoma de nuestros hábitos alimenticios y patrones de consumo histórico-culturales, basados en nuestras condiciones agroecológicas tropicales, es la tarea titánica que a mi modo de ver, debemos profundizar en cada coyuntura alimentaria, pues implicaría un proceso de ruptura con la hegemonía que nos impone el consumo de sus mercancías.
andresavellaneda42@yahoo.com
*Prof. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
Andrés Avellaneda*
Nos encontramos ante otra coyuntura alimentaria nuevamente creada por la voracidad especulativa del sector agroindustrial. Y es lógico, defienden su visión de mundo, sus ganancias, sus mercancías, su agronegocio, sus antivalores, sus trampas, lo que nos han impuesto, su hegemonía. Lo que no puedo comprender es cómo desde posiciones gubernamentales y sectores sociales claves que apoyan el proceso, sólo se limitan a la simpleza de sentenciar “el arroz no es una mercancía” y se disponen a defender el consumo de la misma mercancía que supuestamente combaten. En el caso del arroz blanco, que es la mercancía impuesta por el agronegocio, hacemos todo lo posible por mantener su acceso (intervención de plantas, decomisos, etc.), con lo cual estamos de acuerdo, pero sin detenernos a reflexionar qué mercancía estamos defendiendo, no llevamos la discusión más allá, por lo que reproducimos el vasallaje alimentario.
En la coyuntura del arroz al igual que el maíz, debemos avanzar en desenmascarar y cuestionar los desarrollos científicos técnicos ensamblados desde la hegemonía capitalista eurocéntrica y desarrollista, con su lógica de máxima acumulación, ganancia, y sus correspondientes hábitos alimenticios, patrones de consumo, etc.
Hemos discutido acaso ¿Qué es el arroz blanco? Pues les cuento a grosso modo. El arroz es producido y cosechado por los llamados productores en el campo, a quienes la agroindustria les paga por entregarle su producción, convertida en materia prima para los agroempresarios (privados o sociales). En la agroindustria (privada o social) el arroz con concha es desprovisto de la misma y se obtiene el arroz tosco marrón claro llamado “integral”. De allí pasa por un proceso de pulido, dónde se elimina esa capa o cubierta de color marrón, obteniéndose el arroz blanco, por el que la agroindustria y el marketing nos ponen a delirar. Este grano blanco es esencialmente carbohidratos (almidón). La capita marrón eliminada es parte del endospermo del grano, la cual es rica en proteínas, fibra y vitaminas sobretodo del complejo B. Este subproducto proteico y fibroso es mayormente vendido para la elaboración de otras mercancías de consumo humano y a la agroindustria de los ABA (alimento balanceado para animales privados y sociales) como pulitura de arroz, harina de arroz, etc.
Para los agroempresarios capitalistas la idea es extraer la mayor utilidad posible por medio de la fragmentación de los contenidos nutricionales contenidos en las materias primas. Como se verá la lógica capitalista la seguimos reproduciendo al defender las mercancías (Primor, Mary o de cualquier marca) que igualmente se distribuyen a través de la red alimentaria del gobierno. Y esto es exactamente lo que está replicando la revolución con la adopción de una política de enfrentar el oligopolio privado con la construcción paralela del mismo modelo y complejo agroindustrial. Se calcan los paquetes tecnológicos exógenos con los mismos patrones de consumo, la división social del trabajo (productores-procesadores), con igual cadena agroalimentaria y el mismo producto de la agroempresa capitalista desprovisto de nutrientes. Lo único que varía es la propiedad social.
Para ponerlo más claro es como que si en cualquier momento Mc Donald crea un desabastecimiento de sus productos, le hagamos la misma red paralela de hamburguesa Mc Simoncito, pero de propiedad social.
En el socialismo lo que producimos para comer debería ser para nutrirnos, que es la verdadera satisfacción de las necesidades de los seres humanos. Es decir producir alimentos sanos que contengan la mayor carga posible de nutrientes (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales); en concordancia con nuestra cultura y provenientes de nuestras condiciones agroecológicas; y no producir materias primas para satisfacer la demanda de producción de las plantas alimenticias.
Desarrollar una política de concientización para la retoma de nuestros hábitos alimenticios y patrones de consumo histórico-culturales, basados en nuestras condiciones agroecológicas tropicales, es la tarea titánica que a mi modo de ver, debemos profundizar en cada coyuntura alimentaria, pues implicaría un proceso de ruptura con la hegemonía que nos impone el consumo de sus mercancías.
andresavellaneda42@yahoo.com
*Prof. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
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