Freddy J. Melo
Atrapados en la
mentira cuyo núcleo forjaron cuando vieron que con el presidente Chávez
comenzaba a movérseles la tierra bajo los pies, la oligarquía vernácula y sus
mandantes usenses no hallan otro camino que seguir chapoteando en ese fango,
sobre el cual no es dable construir nada sólido.
La
única salida posible se ha tornado para ellos casi imposible, pues arde en un
fuego de dignidad que les quema las manos. Se trata, por supuesto, de la
verdad. ¿Podrán volver sobre sus pasos quienes niegan todo? No se vislumbra en
el horizonte grupo ni personaje con coraje, integridad y sindéresis suficientes
para eso. Por el contrario, la mentira condiciona la mentira en interminable espiral,
y la Revolución “no es democrática, ni ha hecho nada en 16 años”.
Pero, para empezar, ¿cómo es que ahora se
encuentran en el limbo, perdida buena parte de sus privilegios y la capacidad
de manejar el Estado y los recursos del país?
¿Es
que basta gritar fraude para desaparecer la realidad de 18 contundentes
victorias electorales?
¿Es
que el pueblo, su inmensa mayoría de masas empobrecidas y excluidas por el
sistema que ellos añoran, no se ha pronunciado meridianamente, con los votos
cuando ha sido el caso, con la firmeza de sus multitudes resistiendo golpes,
sabotajes, guarimbas, payasadas trágicas, bombazos, asesinatos y otras lindezas
del arsenal imperial las veces que ha tenido que enfrentar la agresión?
Ha
resistido apoyando al Gobierno que ha creado y sin que este haya suspendido una
sola garantía constitucional, a diferencia, por ejemplo, del señor Betancourt,
ese “padre de democracia” que gobernó 5 años sin garantías y acuñó y practicó
dos frases de insólita estirpe fascista: “las calles son de la policía” y
“disparar primero y averiguar después”.
Quienes
lo sucedieron, sus adláteres del pacto puntofijista, tradujeron cada letra de
ellas en sangre y dolor del pueblo.
¡La
verdad el 6-D!
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